Detesto todos los libros que avanzan
cronológicamente, que comienzan en la cuna y acaban en la tumba. Ni siquiera la
vida discurre así, por mucho que la gente lo crea. La vida sólo comienza en el
momento del nacimiento espiritual, que puede producirse a los dieciocho años o a
los cuarenta y siete. Y el objeto nunca es la muerte… ¡sino la vida! ¡Más vida!
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